En 1921 nació una estrella entre la pobreza que acogía a Soacha, Humberto Tarquino, quien logró brillar y sobresalir en el deporte, a pesar de todas las dificultades.

Nos acogió en su casa para conocer su historia. Nació, en el bello municipio, un martes 12 de noviembre. Infortunadamente su madre falleció cuando tan solo tenía siete horas de nacido, mientras que su padre se fue cuando tenía 18 años. Es hijo único, y es por ello que fue criado por unas tías que se encargaron de su bienestar, de velar por su educación y de verlo crecer cada mañana.

Por cuestiones económicas, solo estudió la primaria, un logro, teniendo en cuenta que en la época solo existían dos escuelas en el territorio local. “Los profesores eran estrictos, tenían derecho de gritarnos y a golpearnos si era necesario, para ello tenían unos palos que medían aproximadamente 40 centímetros. Si nosotros dábamos quejas, nuestros acudientes le decían al docente que nos exigieran más, que debíamos ser fuertes”, contó.

Empezó a practicar atletismo, se caracterizaba por su velocidad y rapidez, tenía la habilidad de realizar zancadas envidiables y arrancones que nadie esperaba. Compitió en diferentes ocasiones, en las cuales se destacó por ser un joven rápido, alguien que corría como el viento. Sin embargo, una caída lo llevó a abandonar dicho deporte. Afortunadamente, aquel golpe, aunque fuerte, no generó ninguna lesión, salió ileso. “Íbamos corriendo, hubo una especie de enredo, por querer salir adelante me caí y fui rodando delante de todos”, narró entre sonrisas.

Creó el Club de Fútbol Granada, un equipo que llegó a tener una gran rivalidad con el Club Tequendama. Tarquino se desempeñaba dentro del terreno de juego como defensa central, era aquel que corregía los errores que el medio campo no podía solucionar. Cuando Humberto pertenecía a las filas del Granada, donde jugó y fue entrenador, contaba con un plantel lleno de talento, en donde cada jugador era esencial para salir adelante en los resultados del equipo. Aplastaron a Tequendama en un juego amistoso, en donde el club perdedor pidió una revancha de la cual volvieron a salir humillados.

“Esperábamos que al momento de saltar al terreno de juego nos chiflaran y fuéramos la burla del campeonato, pero pasó lo contrario, nos aplaudieron y hubo un espectacular show pirotécnico cuando salimos a jugar”

Una vez dejó de jugar fútbol, Humberto decidió dedicarse exclusivamente al área directiva y se encargó de buscar campeonatos para la juventud soachuna. “En el municipio se organizaban partidos que emocionaban al público, sin duda alguna, canchas como La madre Loísa, Sibaté, Dorado, San Luis, Campo de los locos y Fedenorte, eran algunos lugares donde se veían jóvenes que demostraban su talento, que protagonizaban unos ‘picados’ de fútbol bastante entretenidos”, rememoró, mientras se deleitaba con un café que le preparó su nuera.

Gracias a ‘don Humberto’ existió la primera Junta Directiva de Deportes de Soacha, hacia la década de los 60, sin embargo, esta junta estaba compuesta por dos deportes potenciales de Soacha: fútbol y basquetbol. En Soacha se han dado grandes deportistas, Gabriel Hernández, capitán de la Selección Colombia y jugador de Millonarios; Bernardo Chía y Heliodoro Vásquez, campeones con Santa Fe en 1975; Jesús ‘Chucho’ Mayorga, Selección Colombia en basquetbol; Iván de Ávila, jugador de Santa Fe; Diana Casas, campeona de tenis de mesa, y muchos más.

Para la inscripción del equipo y para la hidratación de los jugadores, Tarquino sacaba el dinero de su sueldo y desempeñaba diferentes trabajos, es por ello que su esposa, por momentos, le decía entre risas: “A veces pensamos que el fútbol era más importante que el matrimonio y los 6 hijos que tenemos, que el deporte era lo que estaba primero, antes que su familia”, a lo que él afirmaba con alegría y complementaba: “Al que no le gusta el deporte y le apasiona, no le gusta nada en la vida”.

Con Calzonarias FC. se inscribieron a un campeonato que se disputaba en Soacha. El equipo sabía que no tenía con qué ganar la copa, sin embargo, fueron a divertirse un poco, de esa manera lo evidenció el uniforme que ajustaron para concursar. “Llegamos a la conclusión de ponernos un uniforme anómalo, no queríamos el típico que es de un solo color. Escogimos utilizar un vestuario similar al de Bebé (un reconocido payaso colombiano que fue ícono del humor en la televisión colombiana), con mucho color en la camiseta, la pantaloneta y las medias. Esperábamos que al momento de saltar al terreno de juego nos chiflaran y fuéramos la burla del campeonato, pero pasó lo contrario, nos aplaudieron y hubo un espectacular show pirotécnico cuando salimos a jugar”, recitó con felicidad.

Del matrimonio de Humberto quedaron seis hijos: cinco mujeres y un hombre. Infortunadamente su pareja falleció hace aproximadamente un año, una mujer que recuerda con gran amor y nostalgia. Actualmente vive con una nieta, quien se encarga de que se alimente diariamente y de su bienestar. Por su parte, sus hijos viven pendientes de él, de que tenga buena ropa, de que mantenga bien vestido y de que no le falte nada. Gracias a su trabajo en Conalvidrios, logró una pensión que le ayuda a cubrir sus gastos mensuales.

‘Don Humberto’, como se le conoce en las calles del municipio, es hincha de Millonarios. Ya por cuestiones auditivas y de visión, no puede ir al estadio a apoyar al equipo de sus amores, sin embargo, cada fin de semana se sienta en frente del televisor y está al tanto del presente del equipo; celebra si gana, se preocupa si pierde, sigue siendo feliz de esta manera. Además, superó la complicada prueba de cirugía de próstata, también de tiroides, y a sus 96 años camina sin problema alguno y se ve bastante lúcido y agradecido con las personas que lo rodean.

 

Redacción: Andrés Chaparro y Edward Castro