Innumerables pedalazos, el viento golpeando la cara y las rodillas raspadas. Eso es el ciclismo cada día. Bernardo, un hombre que corrió grandes trayectos en su bicicleta, gracias a la fuerza que concentra en sus piernas y que todavía conserva. Un hombre que dejó en alto el nombre del municipio, a lo largo y ancho del país.
JOSÉ BERNARDO MARTÍNEZ
Un soachuno que, subido en un “caballito de acero”, logró representar a su municipio y a su departamento, vio de cerca la gloria deportiva y, hoy, es un ejemplo a seguir por los niños y los jóvenes.
Nació en 1955, en Bogotá, sin embargo, cuando tenía tan solo un día de nacido llegó a vivir a Soacha, donde aún continúa y se convirtió en un hijo más de la ciudad del Dios Varón. Su infancia la transcurrió en la vereda Panamá, rodeado de gran vegetación y de animales que eran su alimento diario y compartiendo con sus padres y hermanos con los que vivió innumerables aventuras llenas de adrenalina, felicidad y anécdotas.
“En aquella vereda conocí lo dura que es la vida, pero, a su vez, lo bella que es, evidencié de cerca el trabajo del campo. Para mí, vivir allá era estar en el paraíso terrenal, el agua nacía en cualquier parte; todo estaba rodeado por la naturaleza”, comentó, mientras reparaba la llanta de una bicicleta.
Bernardo comía, allí, el animal que quisiera, un día podía comer pescado, perdiz, venado, armadillo o conejo; tenía gran variedad para poder alimentarse. Él y sus ocho hermanos estudiaban en escuelas de Soacha y lograron sacar adelante su educación gracias a sus capacidades intelectuales y a las ganas de sobresalir. Un sacerdote se encargó de becar a Bernardo y, de esta manera, pudo seguir con su educación en el Colegio Bolívar.
La distancia entre el colegio y su casa era bastante grande, estudiaba en la mañana y en la tarde, siendo sus piernas el único medio de transporte. “Me demoraba mucho caminando, por lo que varias veces prefería irme corriendo para no llegar tarde ni al colegio ni a la casa. Esto de correr lo hacía diariamente, así fui tomando un buen estado físico”, comentó.
En el colegio empezaron a realizar competencias de atletismo sin que él fuera favorito para ganar. Sin embargo, Martínez se consagró campeón de dichas competencias deportivas gracias al esfuerzo físico que realizaba a diario por ir de su casa al centro educativo y viceversa. El reconocido ciclista Héctor Urrego vio su envidiable zancada y fue ‘catapulta’ para que Bernardo se uniera a las filas de atletismo de la Selección Cundinamarca, en donde llegó a enfrentarse con reconocidos atletas del país y compitió, ‘hombro a hombro’, con los más grandes. Recibió uno de los mejores premios, (como él lo cataloga), por ocupar el tercer lugar en una maratón: una correa, una copa y una vajilla.
“Mi papá tenía varias bicicletas en casa, él arreglaba las suyas y las de sus amigos, poco a poco fui aprendiendo a reparar ‘caballitos metálicos’, empecé a tenerle cariño al ciclismo gracias a mi padre. Un día le pedí prestada una de sus bicicletas, dijo que yo no sabía montar, me subí y le demostré que podía usarla sin caerme”, contó.
Una vez terminó sus estudios en el colegio, consiguió trabajo en una empresa en donde lo conocieron como ciclista, y en donde, además, lo convencieron de participar en una competencia de ciclismo en la cual salió ganador. El gerente de dicha empresa lo invitó a formar parte del equipo de ciclismo de la compañía, en donde sería compañero del exciclista soachuno, Armando León. La organización a la cuál pertenecía se encargó de conseguir una bicicleta para que él compitiera, y que, luego, fue descontada mensualmente de su sueldo.
En el sector de Mariquita-Tolima, se realizó el campeonato nacional de ciclismo en 1973. El equipo estaba compuesto por ocho muchachos. “La carrera era de 180 kilómetros, duré más o menos 170 fugado, cuando solo restaban 5 km, me alcanzaron dos compañeros de mi equipo, los tres estuvimos en el podio, logré colgarme la medalla de bronce en aquellos juegos. Tú puedes ganar muchas etapas, muchos elogios, pero ganar una medalla de ciclismo en los campeonatos nacionales no lo logra cualquier persona, además era de la categoría élite, eso me hacía sentir entre los mejores del país”, narró, con una enorme sonrisa.
Bernardo pasó su juventud dedicado al deporte. Practicó atletismo, fútbol, ciclismo (su pasión) y ajedrez, y se destacó en cada disciplina gracias a su esfuerzo por ser mejor cada mañana. Practicó diversas actividades deportivas y dejó el nombre de Soacha en alto solo por un motivo: amor a la actividad física. “El mejor juguete que hay es la bicicleta, el mejor deporte que existe es el ciclismo. No hay mejor sensación que el del viento golpeando la cara; la mejor canción es la que hace el ruido de la cadena al ir avanzando, no hay mejor cama que el piso al caerse del ‘caballito de acero’”, añadió.
Luego de varias participaciones destacadas en el ciclismo, representando a Soacha y a Cundinamarca, decidió retirarse pronto de la élite deportiva debido a la falta de apoyo al deporte en dicha época; además, su vida pasaba por necesidades económicas, por lo que debió trabajar en el Hotel Dann Carlton, donde se enteraron de sus condiciones deportivas y lo patrocinaron para competir en las justas interhoteles; allí también logró posicionarse en los primeros lugares y recibir gran reconocimiento.
Luego de todas sus aventuras deportivas, se casó con Blanca, quien para él es su apoyo en momentos difíciles y con quien se entiende muy bien. De esta relación hay 4 hijos, quienes afortunadamente también están relacionados con el deporte: Jimmy es mecánico del equipo de ciclismo Manzana Postobón que representa al país en competencias internacionales, mientras que Marcela y Paola son destacadas ciclistas de ruta y pista que han seguido el sendero de su padre y, así mismo, con más recursos económicos, han logrado distinciones importantes en la élite del ciclismo departamental y nacional; además de enseñar a niños y jóvenes de Soacha aquel hermoso deporte.
Actualmente, Bernardo trabaja en su propia bicicletería donde vende y arregla bicicletas hace más de 30 años junto a Blanca. Es un referente del deporte local, puesto que ha sido partícipe de varios equipos de ciclismo en Soacha y asegura que su única satisfacción en dicha labor es alejar a los niños y jóvenes del municipio de las problemáticas a las que están expuestos. Quiere forjar futuros campeones, o al menos distraerlos del ambiente negativo con el que algunos deben convivir. Don “Bernard” sigue pedaleando su vida con paciencia.
A sus 62 años aún añora aquellas épocas hermosas que le brindó el deporte y continúa tratando con cariño sus juguetes favoritos, las bicicletas. Hoy, desde otro campo importante como la mecánica, donde muchas personas depositan su confianza. Además, desde su familia se dan los mejores esfuerzos para rescatar grandes talentos del deporte en el municipio que tanto ama y seguir demostrando que el ciclismo es para valientes.
Redacción: Andrés Chaparro Acosta