Es un sentido homenaje a la mujer que, tras más de seis décadas de su desaparición física, dejó un legado artístico invaluable para la humanidad. Un ejemplo de lucha, arraigo a su tierra y celebración de la vida.

¿Cómo vives esos momentos previos y  cómo controlas los nervios antes del monólogo?

A ver, es muy bello para mí. Hace muchos años no hacía teatro y creo que es mi primera experiencia de tablas, digamos, la más larga de mantener en una temporada de teatro y más un monologo, es mucho más exigente. Creo que hoy es la función número 11, así, seguida. Ha sido muy bello. Le decía a un amigo que es como revivir un sueño, volverlo a representar y volverlo a presentar, y siempre volver al principio,  a caminar por lo mismo.

¿En qué crees que radica el éxito de la producción y del texto que se hizo?

Bueno, sé que, como yo, hay muchos amantes de Frida, hay muchos que amamos  esa figura de Frida, y creo que esta producción se hizo buscando mucho su voz, buscando un mensaje, buscando ser fiel a ella, a su voz de artista. Hay muchos artistas implicados en esta obra. La música que hace mi esposo, que está en vivo, es una creación muy al estilo jazz, que está alimentándola. Después tenemos a un director maravilloso que cogió este texto y él, también amante de Frida, puso su alma. La directora de arte es Laura Villegas, el director de luces que es alemán como el papá de Frida, entonces la obra tiene una luz de expresionismo alemán. Creo que todos los elementos se conjugan, todos los que hicimos la obra tenemos un grandísimo amor por Frida.

¿Qué recuerdas de tus comienzos en la televisión en Colombia y qué personajes te marcaron en los primeros papeles?

Yo siempre me he entregado mucho a mis papeles. Me quedan recuerdos muy lindos de María Bonita, de Leche. Leche lo recuerdo mucho, creo que fue maravilloso, además era un libreto de uno de los Lutier, entonces era una comedia. Yo extraño que se hagan cosas así, y la gente que las recuerda, las recuerda con mucho cariño. Bueno, La otra mitad del sol fue muy divertida, Vecinos…, he disfrutado todos los papeles que he hecho.

¿Y cómo ves ahora la televisión colombiana? Dicen que está muy industrializada y que no se hacen esas obras que se hacían antes. ¿Cómo lo ves y cómo entrarías a esa industria?

Pues mira, yo ahorita estoy en 2091, algo de Fox. Al principio solo era la voz de la computadora, pero después sale el personaje y en la segunda temporada empieza a tomar más fuerza. Creo que es un apuesta interesante, no se había hecho nada futurista hasta el momento, creo que tenemos todo el talento. Por algo Netflix produce cosas aquí. Espero  que podamos, y sé que lo vamos a poder hacer, seguir haciendo cosas con otro contenido y demostrando todo el talento que tenemos, porque creo que tenemos toda la preparación de la industria para hacer y producir cosas muy bien hechas.

La vida y la trayectoria que tú tienes te dan la facilidad de escoger en dónde actuar, no actúas porque tengas que actuar, ¿eso ha sido así siempre?

Ha habido momentos en los que he estado en New York ganándome 20 dólares la hora y me han propuesto grandes sumas. Si no creo en el proyecto y si no creo que es el momento, no. Por ejemplo, ahorita que soy mamá, siento que la vida es una sola, la plata es algo maravilloso, pero creo que si en algún momento he hecho algo solo por dinero, no me ha dejado muy satisfecha.

 ¿Qué recuerdas de la película Soplo de vida, y del trabajo de Luis Ospina?

Esa escena en la que me cortaba todo el pelo. Recuerdo que para preparar la escena de muerte yo me iba a la morgue, porque quería ver un muerto. Me iba a la morgue de Bogotá, veía y preguntaba. Todo era una investigación muy profunda, hasta los últimos límites. Fue muy bello, tengo recuerdos muy lindos.

No sé cómo ves ahora a Rosario Tijeras, todo lo que hay alrededor, ¿qué recuerdas, te dejó una mala sensación?

Sí, fue difícil hacer la película, en todos los ángulos. Para mí era importante representar un tipo de mujer que existe en Colombia que es real, y yo creo que fue lo más cercanamente fiel a contar la realidad de un personaje. Cuando yo leí la primera versión del guion, era todo desnudo, no tenía nada que ver, no tenía tras escena, era como muy cruda, un cliché de la matona colombiana y no tenía trasfondo. Yo creo que logramos una película que tiene una historia. Cosas difíciles si ahora sacan las escenas de sexo y las cuelgan en YouTube. Eso para ninguna mujer, menos para una madre, es bueno. Pero bueno, ya está, uno aprende a no dar papaya como dicen, ya está hecho, me gusta quedarme con lo bueno.

 

¿Qué proyectos hay en cine? ¿Te han vuelto hablar de cine? ¿Qué hay por ahí?

Pues mira, hace poco me ofrecieron una película ecuatoriana, infortunadamente es como un mismo personaje que me persigue, que es la prostituta, la drogadicta, es como la misma película que hice, Canciones de amor, en Lolita´s Club, con Eduardo Noriega. He tenido la oportunidad de trabajar con grandes directores, en grandes producciones, pero las historias siempre son las mismas.

¡Dios!, es la mujer víctima que no tiene voz, pero es prostituta, pero tiene escenas de sexo, es drogadicta, ama a su hija, pero igual está cogiendo con el tipo… Una contradicción que uno dice, ‘no puedo hacer más estas historias porque quedo muy vacía, yo no le puedo poner ni mi voz ni mi cuerpo’. Es de una directora mujer y yo decía, ‘bueno de pronto, lo vamos hacer’. Al final vi la fotografía, una fotografía divina y le decía a mi esposo: ‘¿lo hago…? Y le dije, ‘no puedo’. Finalmente le escribí por WhatsApp: ‘Me siento feliz de haber dejado la prostitución y la drogas, ya está, no más y no más’.

«HE DISFRUTADO TODOS LOS PAPELES QUE HE HECHO»