Ser papá es el rol más importante en la vida del artista, quien cada día emprende retos para brindarles a sus hijos lo mejor.
Uno de los momentos más emocionantes para Beto Villa fue cuando sus hijos mencionaron la palabra papá. “Ahí me la creí y dije: ‘ahora sí de verdad me metí en la vaca loca’. En ese instante me sentí padre y me di cuenta de que dependían de mí”.
Desde entonces, el actor y cantante asumió su rol como progenitor de Gabriela y Abel Antonio, productos de su amor con Diana Santamaría. “Cuando estaban bebecitos me levantaba a la madrugada, los arrullaba y les daba el tetero. Les acomodaba los pañales y realizaba perfectamente esa labor. También me desvelaba, pues al acostarlos en la cuna, comenzaban a llorar y al levantarlos, se reían. Al final, se quedaban dormidos mientras componía canciones con mi guitarra y con el piano”.
Y es que sus herederos han sido fuente de inspiración para el barranquillero. “Al varón le dediqué ‘Mi niño se creció’, que fue la misma canción que mi papá me dedicó cuando era pequeño. La volví a grabar y en la melodía saludé a mi hijo. Y ‘Todo en mi vida’, se la compuse a Gaby, un vallenato bachata que le gusta mucho”.
Villa comparte momentos maravillosos con sus pequeños y con Diana, su esposa. “Me encanta ver películas y comer cosas ricas en la cama. Tenemos una litera grandísima, nos metemos los cuatro y damos vueltas y vueltas. Vemos películas en inglés, en español y nos gusta jugar. Escuchamos música y a veces practicamos juegos de mesa y vamos a la piscina”.
“Cuando voy con los niños al cine es complicado porque cada uno quiere ver una película distinta. Entonces no sé a qué teatro ingresar para darles gusto a los dos. Pero es muy lindo y me siento más vivo desde que mis niños existen”.
¿Qué es lo que más lo enorgullece de sus hijos?
Su madurez. Su espiritualidad. La forma como ellos ven a Dios, a pesar de ser tan pequeños. Abel Antonio lo describe como ese superhéroe capaz de matar a todos los malos. El que está por encima de Iron Man, y juega incluso a tener el poder de Jesús, de sanar a las personas, de ayudarlas. Y Gaby lo idealiza como el gran Dios, al que tiene que entregarle su corazón. Eso lo admiro. Entienden unas cosas que los adultos muchas veces no comprendemos, y tienen una sensibilidad especial para conectarse con el Creador y sacar conclusiones acerca de la vida, de situaciones difíciles que se presentan en su colegio con niños de su edad. Ellos poseen una actitud madura, concreta y saben explicar muy bien las
cosas.
¿Como los describiría?
Gabriela es una princesa. Delicada, suave, sensible, carismática, artística, talentosa, social y tiene vocación para las artes. Le gustan el ballet, las mascotas, los conejos, tocar el violín y danzar en la Iglesia. Abel es un comediante. Un niño respetuoso, un galán que cuida a las mujeres, a su hermana y a su mamá. Él toca la batería, le gusta el karate y juntos hacen teatro en el colegio. Les encanta la música y eso los sensibiliza. Es increíble cómo se desarrollan musicalmente sin que nadie se los exija ya que el arte forma parte de su expresión. Son niños inteligentes, obedientes, que le sacan sonrisas a cualquier persona y les encanta estar en su casa.
¿Se considera un buen padre?
Sí, me considero un buen padre. Mis hijos me aman y creo que estoy sembrando amor, principios, y ellos se dan cuenta de que es genuino. Todo lo que hago es por amor y lo notan. Si mis hijos no existieran, quizás no fuera tan ambicioso
con mis sueños.
¿En qué se parecen a su progenitor?
Gaby se parece físicamente mucho a mí. La parte melancólica, meditabunda, el romanticismo, hacen parte de mis aportes en su personalidad. En su forma de ser detallista, en su habilidad con las manos, con la parte social, es heredada de mi parte. Ninguno de los dos sufre de pena. Abel tiene una sex appeal que dicen que tengo yo, ese tipo de cosas son lógicamente de su papá. Además, su empatía con las mujeres, que lo distingan, que le digan cosas y ser del agrado de ellas. Y eso me sucede a mí, a las chicas les gusta que les hable, que les cante, él tiene ese poder sobre las
damas.
¿Qué desafíos enfrenta con la paternidad?
Un reto es enseñarles a superar sus miedos, pero tengo que afrontar primero los míos. Tengo que ponerles ese ejemplo y para ningún ser humano es fácil enfrentar los temores que ha tenido toda su vida en frente de sus hijos. Ese tipo de cosas son muy difíciles. Todavía ellos no se acostumbran cuando me voy de gira y se quedan bastante tiempo sin su padre. En el momento de irme de viaje, no les gusta verme por Skype y prefieren que vuelva rápido a casa. Y la verdad, a mí también me gusta llegar rápido para estar a su lado. Mi carrera tiene la tendencia a mantenernos distantes y es un reto que me sientan cercano, que sepan que los respaldo y que estoy ahí.
¿Cómo es ese vínculo de confianza con ellos?
Excelente. Hablamos de todo. Gaby no tiene problema en contarme cuando un niño la está mirando en el colegio o le regalan una flor o un chocolate. Hace poco le dio una cachetada a un peladito porque le dio un besito. Ellos no tienen ningún temor en contarme nada. Saben que antes de reprenderlos, les enseño y busco que no me vean como el malo del paseo sino como la persona en que pueden confiar.
¿Se preocupa por que tengan una autoestima positiva?
No trato de inventarles cosas para que estén contentos con lo que son, dejo que sean, que se desarrollen, y sean conscientes de sus debilidades. Que se enfoquen más en sus fortalezas. Considero que tienen una buena autoestima, pero no les hablo de eso, simplemente creo que son unos niños con un hogar sólido, lleno de amor, de Dios, con muchas respuestas que normalmente no tienen los de su edad. Son chicos seguros, por lo tanto son líderes en su colegio y sus amigos los admiran y siguen. Gabriela enseña de una manera impresionante a sus amigas y les responde, así no le pregunten. Abel es intrépido, travieso, gracioso y le saca sonrisas a todo el mundo. La buena autoestima es una reacción de haber puesto a Dios en el primer lugar.
¿Lo ven como su héroe?
Sí. Y eso es una responsabilidad muy grande. Los dos creen que para mí no hay nada imposible. Confían en mí y eso me hace muy feliz. Hace que me supere todo el tiempo, que para mí nada sea imposible, que cada día asuma retos cada vez más grandes y busco la forma de sacarles sonrisas todo el tiempo y que se sientan orgullosos de su progenitor. Ellos la pasan más chévere conmigo que con sus amigos. Salimos al parque, jugamos y nos vamos de viaje. Y cuando algo se les sale de las manos, inmediatamente gritan y enseguida estoy respaldándolos. Y me gusta que sea así.
¿Les impone reglas?
Sí, claro. Las reglas son orden. Llegan del colegio, se despojan el uniforme, se ponen otra vestimenta que les proporciona la niñera y empiezan a hacer tareas. Después les traen unas galleticas con leche y cuando terminan, pueden jugar con el perro, ver películas, recrearse con los instrumentos musicales y pueden salir al parque. Entre semana no se duermen después de las 9:00 de la noche; y se tienen que comer las verduras, aunque su papá tiene que consumirlas primero para que se animen.
¿Tiene predilección por alguno de los dos?
A veces sí. Eso nos pasa a todos los papás del mundo. Un día amaneces sintiendo que quieres más al uno que al otro. Y a la semana siguiente, quieres más al otro. El amor es de construcción y hoy los amo más que ayer porque he vivido más cosas con ellos. Tengo sus rostros en mi cabeza, cuando vivimos esto, cuando vivimos aquello. El momento cuando lloraron, cuando sintieron miedo y cuando los abracé. El instante en que se sintieron felices y se rieron como nunca. Esas fotografías que quedan en la mente, que se disparan y con las que se le despiertan a uno las ganas de andar todo el día con uno de los dos. A veces soy el príncipe de su alteza y otras veces tengo que ser Donatello para que él me pegue con la espada.
¿Quiere encargar otro bebé?
No estoy seguro. Cuando los niños estén grandes y esté solo con Diana, quisiera adoptar un negrito. Me parecen bonitos cuando son chiquitos. Quizás lo hagamos más adelante. Hay niños que no tienen hogar y la raza afro es curiosa y hermosa.
Escrito por: Motaalrojo