Muchas madres colombianas, por querer hacer justicia por la muerte injusta de sus hijos, son calladas Callan las esperanzas de la paz y  del perdón

La noche se asomaba en el país, un cielo oscuro y una temperatura no mayor a los 14° se apoderaba de Soacha, unos sujetos, detonando pólvora de baja potencia, llamaban la atención durante un partido de barrio y, con estas explosiones, acoplaban el oído para que, minutos más tarde, los impactos de bala que terminarían con la vida de Klaus Zapata, por tener un ‘pensamiento político diferente’, como lo explican sus conocidos, pasaran desapercibidos. Como si fuera cuestión del destino, el carro en el que sus amigos lo transportaban al hospital se averió. Después de conseguir otro vehículo y de llegar a la clínica más cercana, el esfuerzo fue en vano, el joven ya no tenía signos vitales.

«Es doloroso ver cómo un gobierno tan corrupto acaba con la vida de aquellos que no callan las injusticias
publicación del 2 de marzo del 2016, en el Twitter @klaus_Z71
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Iniciaba un domingo de marzo, la ilusión de un joven estudiante de comunicación social se mantenía intacta por recibir una oferta de empleo. “Él comentó que le ofrecieron un empleo con la Alcaldía de Soacha, se fue temprano a una reunión ese domingo, en el centro del municipio, nadie supo en qué consistía, ni siquiera él”, contó Francisco*, allegado a Klaus.

Aquel día en que Klaus madrugó para obtener un empleo, y que horas más tarde tenía planeado jugar fútbol con sus amigos, sería la última vez que veía el sol salir, la última vez que con su familia podría compartir… La inseguridad en el municipio, ubicado al sur de Bogotá, crece con frecuencia. Diferentes medios de comunicación y entes gubernamentales han dicho que Soacha es un territorio de paz, sin embargo, es una información mal suministrada por parte de ellos, ya que “desde el 1 de enero hasta el 19 de mayo de 2016 se habían registrado 56 asesinatos en Soacha, y entre el 1 de enero y el 20 de junio, 26, únicamente en la Comuna 4” (diario El Espectador en 2016). Adicional a ello, el crecimiento poblacional del municipio, desde 2005 hasta 2017, ha sido notable, por lo que ha aumentado el número de crímenes en el mismo. “Conforme al censo del 2005, había 300.000 habitantes; hoy se estima que habiten 1’200.000 personas en el municipio (Caracol Radio, en 2017).

Zapata participaba en diferentes proyectos, allí buscaba terminar con la desigualdad que azota las seis comunas de Soacha. “Klaus se empieza a motivar como activista político, esto teniendo en cuenta lo que sucedía con sus padres, pues estaban atravesando por una crisis económica ya que se quedaron sin trabajo injustamente, fue en ese momento cuando empezó a despertar políticamente. Se vinculó a la Juventud Comunista, participó en la Unión Patriótica y ahí empezó su proceso en la defensa de los derechos humanos, en la defensa del páramo, las denuncias en contra de la minería ilegal y en contra del microtráfico. Aún sus padres se preguntan por qué lo mataron, teniendo en cuenta que toda la actividad que realizaba era en pro de Soacha”, narró Francisco*.

A la lista de crímenes impunes que el gobierno no se esfuerza por resolver, se suma Lenis Castañeda, madre de la víctima. “Ella aún no supera su pérdida, él fue la persona que más la quiso, siempre se preocupaba por su bienestar. Los Zapata Castañeda siguen sin reponer su pérdida, día a día lloran su partida, ha dejado, con su vínculo, un vacío que nadie podrá ocupar”, añadió Rocío*, amiga de la familia, quien además, con lágrimas y un profundo dolor concluyó: “Los agresores no van a pagar ningún crimen, se han realizado tres audiencias, en la primera no fueron notificados, en la segunda sí los invitaron pero el juez no llegó; por terceras personas, su familia y yo, supimos que el maldito que lo mató está pagando una baja condena de prisión domiciliaria, además, por arte de ‘magia’ no hay grabaciones de ese día en las cámaras del sector, como si todo esta tragedia fuera organizada por lo alto”.

En las pobladas calles de Soacha aún se habla de Klaus, del injusto crimen que se cometió con él por tener ideales políticos diferentes. En uno de los cementerios más visitados del municipio descansa su cuerpo, sin embargo, por parte de sus amigos, sigue la lucha por conseguir lo que él quería. Su familia, en especial la mamá, no se quiere desprender del hogar en el que él vivió, hogar en el que conservan su aroma, sus objetos y en el que se siente su presencia.

Los nombres de los personajes han sido modificados para proteger su identidad*

 Podrán morir las personas, pero jamás sus ideas”, Ernesto ‘Che’ Guevara.

Redacción
Andrés Chaparro