No he podido entender por qué existe tanto interés dentro de la población masculina en Colombia, de querer convertirse en modelo. Tres de cada cinco jóvenes, entre mis seguidores en redes sociales, tienen en su perfil fotografías o historias que los relacionan con el modelaje.

Ser modelo suena atractivo. Ganarse la vida posando para fotografías o en desfiles en pasarelas, rodeadas por reflectores y público, suena atractivo para cualquiera. Pero ser modelo masculino en Colombia es difícil, primero porque en la industria prácticamente no hay mercado para que un hombre se convierta en un Top Model,como sí pasa con las mujeres y, segundo, porque generalmente las tarifas son inferiores. Pero eso parece no importarles a los miles de jóvenes que sueñan con llegar al medio. Es ahí donde surgen los oportunistas, fotógrafos, estilistas o productores inescrupulosos que han convertido en deporte, y en negocio, este mercado y juegan con las ilusiones de muchos.

Todos tienen un comportamiento parecido. Perfiles en redes sociales en los que posan al lado de celebridades, utilizan palabras que logran relacionarlos con cargos, inexistentes, en productoras o canales de televisión, o con el manejo de agencias de modelos que no funcionan. Estos perfiles solo son epicentros para aparentar esa primera impresión.

El método de reclutamiento es el mismo. Andan merodeando por gimnasios, parques, redes sociales y universidades, en busca de sus candidatos a este juego de influencias. Se les acercan con elogios y con argumentos relacionados con promesas de cambio de vida si mejoran su imagen. Luego de establecer el contacto, viene un segundo encuentro, generalmente, en espacios acondicionados para tal fin.

Ahí viene la primera oferta, generalmente, un portafolio de fotografías para poderlos ofrecer. Muchas veces, en esos mismos espacios, les piden que se quiten la ropa para analizar su contextura. Si los jóvenes cuentan con suerte, los citan a las sesiones de fotografías, en las que les prometen grandes cambios y oportunidades para su futuro. Cuando está el material fotográfico listo, les dicen que si quieren las fotos, deben pagar por ellas, bien en efectivo o con favores sexuales. A los que acceden al juego, les dan un cupo para participar en eventos o en concursos de belleza masculinos de discotecas.

Generalmente, después de un tiempo, los jóvenes conocen a otros que ya saben que estos “atrapasueños” no los llevan a ningún lado y comienzan, si tienen las capacidades y la belleza, a buscar las verdaderas agencias de casting donde sí hay un manejo profesional del tema y a rebuscarse, como dicen ellos, sus trabajos en eventos y protocolo. Muy pocos llegarán a formar parte de las exigencias de las no más de 10 agencias de renombre en el país.

Con todo esto, los “cazadores de pollos”, disfrazados de profesionales del mundo de la moda, desvían cientos de carreras de jóvenes que, después de entrar en el círculo vicioso del modelaje, abandonan sus vocaciones reales.

Para ser modelo se necesita una muy buena estatura, dominio de la pasarela, registro fotográfico. Y tocar las puertas de una agencia seria. Lo demás son ilusiones que les permitirán jugar con la idea de ser modelos y llenar sus perfiles de fotos sugestivas, para seguir siendo contactados por los mismos personajes, que, entre otras cosas, nunca abandonan sus intenciones y no tienen límite en sus alcances.

Así que si usted es un joven atractivo y recibe la propuesta de que se puede convertir en modelo, pare, respire y piense…

«jóvenes que después de entrar en el circulo vicioso del modelaje abandonan sus vocaciones reales.»

Escrito por: Sergio Barbosa