El ‘profe Jordi’ no podría ser ni docente ni creador de contenido sin sus estudiantes; ellos son parte fundamental de su trabajo, y también de su apuesta en redes.
El reconocido ‘profe Jordi’, de 34 años, nació en Bogotá, en el barrio El Claret, pero fue criado en el barrio Bochica sur, y actualmente vive con su compañera y con cinco animales: tres gatos y dos perros.
Ha sido docente de ciencias sociales en secundaria por diez años, aproximadamente, en este momento trabaja en un colegio público de la localidad de Tunjuelito, es autor del libro: ‘¿Qué hay detrás de las buenas notas?, enfrentarse exitosamente a la escuela pública’ y creador de contenido para las redes sociales.
¿Cómo llega a ser ‘influencer’?
Todas y todos los docentes somos influencers por defecto; no puede ser de otra forma cuando estás bajo el cuidado y la formación de cientos de personas cada semana.
Pero, como un influencer, en términos digitales, el ‘profe Jordi’ nace durante el confinamiento al que nos obligó la pandemia. Lo que surgió como una idea y una necesidad para llegarle a mis estudiantes a la distancia, se convirtió en una forma de compartir contenido para un público más general y diverso desde diferentes plataformas.
@elprofejordi Juegos mentales en clase 😱 #elprofejordi #soyprofesor #fypシ #juegosmentales ♬ Horror, suspense, weirdness, ghost, UFO – Zassh
¿Qué opinan sus alumnos y sus compañeros de trabajo?
A mis estudiantes mi visibilidad en las redes les causa todo un mar de sensaciones: hay quienes se asombran, hay quienes sienten orgullo y hay quienes sienten vergüenza. Pero, por fortuna, son muchos más los primeros, esos que aplauden tu trabajo y te aprecian. Que un profesor y, además, «su profesor» sea viral y alcance números de vistas a la altura de otros influencers no deja de ser algo tan curioso como admirable.
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Con mis colegas, en cambio, sucede algo extraño: cuando tengo oportunidad de coincidir con aquellos y aquellas que no trabajan en mi colegio, recibo muchas felicitaciones, aplausos y reconocimiento; me ven como un influencer que visibiliza de forma positiva este trabajo bonito pero lleno de dificultades. Pero en mi colegio, el escenario no es el mismo. Soy una especie de Mahoma, de profeta en tierras ajenas.
¿Cuál es su gran sueño?
Mi gran sueño es permitirme, con lo que hago, una vida digna, pero digna en el amplio sentido de la palabra: tan digna que me permita que, al mismo tiempo que satisfaga plenamente las necesidades básicas, tenga la oportunidad de hacer cosas como conocer otros países o, en algún momento, fundar un santuario de animales.
En lo que tiene que ver con mi profesión, mi sueño es impactar de una manera significativa para transformar el sistema educativo y dignificar la labor docente, por lo menos en el país.
Mi principal fortaleza radica en tres cosas: el amor que le tengo a mi profesión, pese a las mil dificultades que se nos presentan a diario; la pasión que despiertan en mí los temas que enseño; y el respeto y la empatía que trato de manifestar siempre hacia mis estudiantes.
¿Qué es lo malo de ser un “profe” tan reconocido?
Lo malo de ser un profesor reconocido es cargar con la responsabilidad que significa tener tantos ojos mirando y juzgando lo que haces. No son diez personas esperando y opinando sobre tu contenido, sino mil personas las que lo hacen.
Eso te obliga a estar a la altura de las expectativas, pero también te sobrecarga con una sensación de no querer defraudar a tu audiencia. También es molesto cuando hay colegas que piensan que mi apuesta es ridiculizar el gremio, siendo que mi intención es todo lo contrario.
¿Quiénes son los solteros más apetecidos de la farándula?
¿Es verdad que sus alumnos son los que le ayudan a crear contenido?
No lo digo porque me ayudan a hacer los videos (aunque en muchas ocasiones aparecen, son quienes graban y me dan ideas) sino, básicamente, porque lo que intento hacer con mi contenido es reflejar el quehacer docente, y ese reflejo no sería el mismo sin las personas en función de las cuales, las y los maestros, desarrollamos nuestra labor.
El profesor no puede ser tal sin la presencia de los individuos a los que enseña una parte del mundo cada día y, en ese orden de ideas, el ‘profe Jordi’ no sería quien ha logrado ser (laboral y digitalmente) sin ellos ni ellas. Eso se los agradezco a diario.
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Admiro a Alejandra Pizarnik, escritora argentina; y a Jaime Garzón, quienes vieron el fin de sus días de formas muy lamentables.