Por: Duver Alexander Pérez

Con la forma en la que trastabilla involuntariamente al momento de caminar, la camisa por dentro y los zapatos lustrados, pocos adivinarían que fue futbolista profesional, que salió campeón de la liga local con Millonarios y que alzó dos títulos con Atlético Nacional, que además vistió la camiseta del Deportivo Independiente Medellín y defendió los colores del Deportivo Cali, que tuvo un paso fugaz por Venezuela, que le hizo un gol a la selección de Maradona en la Copa América de 1987, que increpó a un alemán en el Mundial de Italia 90  y que fue protagonista del 5 – 0  de Colombia ante Argentina.

Gabriel Jaime Gómez o ‘Barrabás’, como lo llamaba su abuelo cuando era niño y como se hizo popular mientras usaba pantaloneta corta; medias a las rodillas; botines negros y una cabellera que daba a los hombros, habla de fútbol de forma pausada, aunque a veces se precipita al momento de pronunciar ciertos nombres, en especial los extranjeros. A sus 58 años recuerda sin problema todo lo vivido alrededor de la pelota y ante cada evento importante que vivió, además de contar lo que ya muchos conocen (goles, sitios, protagonistas, entre otros), siempre dice “yo tengo una anécdota”, rescatando del olvido aquello que los diarios no relataron en su momento, bien sea porque no les interesó o porque simplemente nadie lo contó.

De ‘La sombrilla’ al fútbol profesional

Así como el centro de Medellín albergó por mucho tiempo a la crema y nata de la ciudad, cuando todavía el metro aún no existía, la grandeza del Teatro Junín se imponía en la misma esquina en la que hoy se encuentra el edifico Coltejer y el Hotel Nutibara albergaba estrellas de rock, actores, escritores y presidentes; los alrededores del Estadio Atanasio Girardot fueron el epicentro de jugadores de fútbol, directores técnicos y aficionados de este deporte. Allí creció ‘Barrabás’, quien gracias al cariño del mundo del fútbol con su padre, vivió una infancia donde el tema central de las discusiones familiares era el desempeño del lateral derecho del Atlético Nacional, del volante de marca del DIM o del delantero que debía llevar el 9 en su espalda en la Selección Colombia. Esa cercanía de don Hernán Gómez, su padre, con el fútbol antioqueño, le permitió a Gabriel Jaime ser el recoge bolas de los equipos de la ciudad desde los 7 años y casi por designio del destino, terminar siendo jugador profesional. “Yo desde muy chiquito, me di cuenta que era futbolista”, dice él sin el menor atisbo de arrogancia, mientras menciona algunos de los técnicos y deportistas del balón pie que fueron sus vecinos y amigos de su papá. “Crecí jugando fútbol, recogiendo bolas y llevando el maletín de todos los jugadores”, continúa.

Su primer equipo oficial, más allá de los que armaba con su hermano ‘El Bolillo’ en el colegio de San José de la Salle, fue ‘La sombrilla’, el cual llevaba tan particular nombre por su patrocinador, un restaurante que era propiedad de la familia.

“Ese equipo era de la cuarta categoría y me permitió pasar al equipo de la UPB”, recuerda y no es que haya estudiado en la Universidad Pontificia Bolivariana, sino que “desde allí salían jugadores para clubes profesionales de la talla de Álvaro Santamaría, ‘El tucho’ Ortiz y ‘La rata’ Gallego”.

“De ahí pasé yo a la Selección Antioquia, un día estaba yo jugando un partido y Oswaldo Zubeldía me mandó una razón: ‘Dígale al hijo del doctor (mi papá) que vaya a entrenar con nosotros’, y así llegué al Nacional cuando tenía 18 años”, dice él, quien en ese equipo que representó al departamento en 1976.

Vestir la camiseta del equipo del que se es hincha y más en una familia donde todos apoyan al club vecino, es un sueño para cualquiera, pero ‘Barrabás’ lo cuenta de forma tranquila, como si fuese un requisito o un trámite más en su carrera o quizá porque narrar ese hecho cuando han pasado más de 30 años, pierde ese idilio con el que se vivió en el momento. Con el Atlético Nacional tuvo dos etapas, la primera de 1978 a 1985 y la segunda de 1991, cuando fue campeón y cerró su ciclo con el equipo verde en el 94.

Luego de salir del plantel dirigido por Zubeldía, se fue a Millonarios y con el conjunto embajador logró salir campeón de la liga local en 1987. Entre los jugadores que se destacaron en el azul de la estrella 12, están Vanemerak, Eduardo Pimentel, Rubén Osvaldo Cousillas y Mario Hernán Videla. Tras su paso por Bogotá, volvió a la capital antioqueña a vestir los colores del Deportivo Independiente Medellín en 1988, club con el que alcanzó el nivel para llegar al Mundial de Italia 90, aunque el tema de ‘la rosca paisa’ y ser hermano del asistente técnico de Francisco ‘El pacho’ Maturana, siempre le pasó factura y lo convirtió en blanco de críticas en reiteradas ocasiones.

Gol en El Monumental e Italia 90

Así como el Estadio Azteca tuvo sus amores con dos de los grandes de la historia del fútbol: Pelé y Maradona, ‘Barrabás’ Gómez tuvo su idilio con El Monumental de River.

“Los partidos contra Argentina siempre fueron especiales, hoy creo que no tanto porque somos más parejos” afirma ‘Barrabás’, quien puso su nombre en la historia tricolor al marcarle a la albiceleste que había quedado campeona con un Maradona fuera de serie y con la ayuda de la mano de Dios.

Fue en la Copa América de 1987, año que marcó el inicio de la Selección Colombia que enamoró al mundo con las locuras de René Higuita en el arco, la precisión de ‘El pibe’ en el medio campo y los goles de Iguarán. En la alineación, detrás de Valderrama siempre estuvo Leonel Álvarez y con un papel más reservado, ‘Barrabás’. Nunca se destacó en ese equipo lleno de talento. “Cumplidor”, así lo definen algunos que lo vieron jugar.

Colombia pasó la fase de grupos sin contratiempos, venciendo a Paraguay y Bolivia, luego tropezaría con Chile en semifinales, por lo que tuvo que disputar el tercer puesto con la anfitriona: Argentina.

El Monumental de Nuñez estaba a reventar, a pesar de la desilusión de los argentinos por no ver a su selección en la final. A pesar de la iniciativa del equipo local, el tiki taka de la tricolor lograba imponerse por momentos en el partido. En una jugada, ‘Chonto’ Herrera desborda por la banda izquierda, da un pase a ‘El Pibe’, este da el balón al medio donde la recibe Juan Jairo Galeano y en un pase de máximo de tres metros, el esférico quedó apenas para la pierna zurda de ‘Barrabás’ –que ese entonces jugaba de extremo–  quien estaba afuera del área de la portería argentina y sin pararla la clavó en el ángulo de la portería y puso el 1 – 0 a favor del equipo cafetero. Ese partido finalizó 2 – 1 y Colombia se llevó el tercer puesto de la Copa América.

“¡Qué alegría me dio! Imagínese, en Buenos Aires”, recuerda Gómez, quien solo jugó ese partido por decisión técnica, “Pacho era muy inteligente”, dice él sin refutar lo que fue la decisión de Maturana. Seis años después volvería a ese estadio y ni él, ni Colombia y mucho menos los argentinos lo olvidarían. Así es ‘Barrabás’, al momento de contar las anécdotas da detalles, sin embargo, cuando expresa sus emociones, es puntual y con un par de palabras, trata de describir lo que experimentó en esos instantes de euforia que da el fútbol. El Mundial del Italia 90, llegó como resultado y premio del juego mostrado por esa selección. Colombia compartió grupo con Emiratos Árabes, Rumania y Alemania. El partido ante Emiratos Árabes lo ganaron los cafeteros 2 – 0, pero contra Rumania recibieron un polo a tierra, al caer 1 – 0, pero el partido contra Alemania les devolvió la alegría.

“Estábamos en el mismo camerino que ellos, pero nos acomodamos en una esquina, achantados y tratábamos de disimular con la música. Los alemanes estiraban y nosotros nos movíamos en fila india. Los mirábamos de arriba abajo y hasta queríamos pedirles el autógrafo a más de uno”, relata entre risas Gabriel Jaime. Cuando saltaron al campo de juego, no hubo un atisbo de esa carcajada con la que ahora relata la historia o por lo menos no hasta el último minuto. Incluso una amarilla para ‘Barrabás’ por una falta, quedaría en las estadísticas del paso de Colombia por Italia. “Le metí una patada a uno de esos grandotes, creo que fue al 9, Rudy Voeller. Bueno, me enteré quien era después, porque uno no los conocía a todos, no es como ahora que uno los ve cada que quiere por televisión”, asevera.

Al minuto 88 Alemania anotó el primer gol del partido y el paso a segundo fase de la selección estaba perdido. Narraciones y comentarios abundaban en los medios que transmitían (se pueden hallar en YouTube) a menos de dos minutos de acabarse el partido. En un ataque del equipo alemán, Leonel Álvarez recupera el balón al borde del área de Higuita, le da el balón ‘Al bendito’ Fajardo, este triangula con ‘El pibe’, quien filtra un pase que parece de vídeo juego a Fredy Rincón y entre las piernas del portero rival, el esférico va al fondo de la red. Gritos, abrazos y madrazos se oyen el estadio. Colombia clasifica a octavos.

“Yo le gritaba a Lothar Matheus, el 10 de ellos, llorando de la emoción: ‘¡Finish! ¡finish!’, aunque no sabía hablar inglés. El hombre me levantó el pulgar, como dándome a entender que lo merecíamos”, cuenta con más euforia ‘Barrabás’. No importa que en octavos Colombia haya sido eliminada por Camerún, en la memoria de todos quedó grabado ese gol de Fredy Rincón.

5 – 0 a Argentina, declive de la Selección y amenazas

En la previa, Maradona declaró que históricamente Colombia estaba por debajo de Argentina y así iba a mantener, pero dos goles de Fredy Rincón, dos de ‘Aspriela’ como lo llamaban los periodistas argentinos a ‘El tino’ y uno de ‘El tren’ Valencia, le mostrarían a uno de los mejores de todos los tiempos, que las tendencias y estadísticas son para quebrarse y que como diría un aficionado y compatriota suyo “los colombianos les enseñaron como se juega”.

“Yo tengo una anécdota de ese partido”, la frase sale como salida del fondo más profundo de su memoria: “El estadio estaba totalmente lleno y cuando saltamos a la cancha, todos los argentinos nos pitaron. Yo me devolví al banco buscando a Maturana”.

– ¡Q’ hubo! ¿Está cagado?, respondió el profe.
– No, nada.
– Tranquilo mijo, hoy ganamos.

Noventa minutos después un 5 – 0 a favor, una tribuna aplaudiendo a los cafeteros y un Maradona tomándose el rostro como forma de lamento le darían la razón ‘al profe’. “Argentina nunca nos ganó”, dice con orgullo y sin soberbia ‘Barrabás’ y recuerda que el único partido donde perdieron contra la albiceleste, fue en encuentro que se definió por penaltis. “Yo jugué de central”, añade. “Debimos ganar, jugamos mejor que ellos, nuestros jugadores eran más rápidos”, sentencia.

El 5 – 0 infló a la selección, hasta Pelé dijo que debían ser campeones del mundo, pero los resultados en Estados Unidos no respaldaron lo dicho por el ídolo brasileño. Colombia no pasó la fase de grupo. Las amenazas de muerte a los jugadores, los egos dentro del plantel, los periodistas metidos hasta en la sopa y el juego perdido, puso final a la participación de la tricolor en Estados Unidos 94.

Ese año llegó el fin de una era de jugadores que ilusionaron a todo un país y maravillaron al mundo del fútbol con su manera exquisita de tratar la pelota. También fue el año donde ‘Barrabás’ anunciaría su retiro como profesional, haciéndose literalmente a un costado, pues años después lo veríamos desde la raya dirigiendo como técnico.