La alegría del Mundial se vive, en las obras y construcciones más populares, con una pasión incomparable.

Los torneos más reñidos no cuentan con un horario fijo, no se juegan en el Santiago Bernabéu, tampoco en Wembley o La Bombonera. Las canchas que reciben las copas más importantes son elaboradas en sesenta segundos con ladrillos, maletas y lona, y, aunque no son reglamentarias o en ocasiones se inundan, no hay barrera que los ‘rusos’ no puedan romper para jugar sus ‘picaítos’. Las charlas técnicas no las da Sir Alex Ferguson, Pep Guardiola o José Pékerman, las dan los jefes de cada producción. “La charla técnica la recibimos con más pasión que en el fútbol profesional, nos hablamos con madrazos y gritos, prestamos atención a todo lo que nos diga el profe, debemos ganar, está en juego la copa más importante… una gaseosa fría”, cuenta Mauricio, el ‘flaco’ Parra, uno de los estucadores, pintores y enchapadores del lugar.

Desde tempranas horas del día inicia el ‘corre corre’ para los obreros en Colombia, el ruido del taladro, la grúa y el camión, opacan la música que escuchan en un radio despertador manchado de pintura. A partir de las 7:00 a. m., cuando lucen su overol con algunas partes rotas o lleno de tierra, ya están hablando del partido que tendrán sobre las 12:00 m., a veces un poco más tarde, todo depende de la cantidad de trabajo. “En muchas oportunidades no almorzamos por estar jugando fútbol, la pasión por este deporte y las ganas de vencer en los campeonatos nos llevan a eso”, narró el ‘flaco’.

Estos muchachos poseen los mejores uniformes del mundo, los botines más resistentes al golpe del balón y a los charcos del improvisado estadio en el que compiten por 2 litros de gaseosa que, al final, no se toma el equipo ganador sino todos los que participaron. Antes de cada encuentro no hacen ejercicios de calentamiento, para la calistenia solo buscan rematar al arco, dominan el balón perfectamente con sus botas punta de acero, con una desteeza que no cualquiera logra. Los ‘cracks’ vestidos de obreros no se rinden en un partido, para ellos no existen las lesiones, si se caen, limpian su overol y siguen como desde el minuto 1, pues, al final, este deporte es ‘Simplemente alegría popular’, como lo describe la agrupación argentina ‘La Mosca Tsé-Tsé’.

La Copa de Mundo es una fiesta que se disfruta en la mayoría de países, sin embargo, los ‘rusos’ son los que más la gozan. “El Mundial de Rusia 2018 lo voy a vivir con mucha adrenalina, nos toca hablar con el arquitecto para que nos permita ver los partidos de Colombia, si no se da la oportunidad, por lo menos, subir el volumen a los radios y que estemos enterados del resultado”, añadió Parra. Seguramente todos vivimos la inigualable época en donde el colegio organizaba los mundiales por cursos, cada salón escogía una selección para competir por un premio, generalmente ganaban los grados décimo  u once, sin embargo, lo bueno era participar. La hermosa actividad no solo se ve en las instituciones educativas, también en las construcciones, no importa qué selección sea la de preferencia. “Nosotros organizaremos un mundial interno, con mi equipo vamos a representar a Uruguay o Italia, con mis hijos vamos a jugar un torneo en PlayStation, también haremos la polla para saber quién se gana algo de dinero”, finalizó.

El ver fútbol desde hace 16 años, el analizar partidos de Champions League, Copa Libertadores y Mundiales, me permitió concluir que el 5-4 a favor de los pintores sobre los electricistas, ha sido el mejor encuentro que he visto. Después de escuchar el grito ‘el último gol gana’, por parte de uno de los arqueros, confirmé que nadie se toma el fútbol con tanta alegría, pasión y seriedad como ellos.

“La copa más grandiosa es un roscón con gaseosa, Doctor Krápula.

Periodista
Andrés Chaparro Acosta