Una actriz que trabajó para hacer realidad el sueño de su hija, que rindió sus frutos, tanto que, sin darse cuenta, estaba trabajando para cumplir
el de ella misma.

¿Cómo así que azafata?
Sí, no sabía qué hacer con mi vida. Mi papá, un hombre recio, me consiguió una entrevista con alguien de Avianca, cuando me vio, no sabía en qué ponerme, solo se le ocurrió preguntarme si quería volar y yo no sabía a qué se refería, me contó, y de una me puse a sacar papeles.

¿Lo disfrutabas?
Mucho, era muy entretenido, aunque debo confesar que mojé a mucha gente, porque antes no se atendía con carrito sino con bandeja, imagínate en las turbulencias. La gente me preguntaba, cuando me veía, que si ya había hecho la primera comunión (risas).

¿Por qué?
Era muy pequeña, todo esto sucedió a los 17 años, imagínate, era muy pequeña.

Aún hay mucha gente con miedo a volar, ¿algún incidente que alimente ese temor?
(Risas). ¡Ay, no, es lo último que quiero! Pero una vez, viajando a Chile, un rayo atravesó el avión, imagínate el avión iluminado y el crujir de las latas, toda la gente superasustada, pero soy superfresca, esa ha sido una de mis cualidades.

Si continuamos chequeando tu hoja de vida, antes de la actuación, ¿en qué más tienes experiencia?
Guía turística y mesera. Lo de guía solo duró un trayecto hasta las Cataratas del Niágara, y me pareció terrible durar tanto tiempo sentada controlando a la gente, ya después, en Miami, en el restaurante, fue donde conocí al papá de mi hija.

¿Acláranos, Mónica es gringa o colombiana?
Ella nació allá, pero creció en Medellín, así que su corazón es muy paisa.

¿Y cómo es tu relación con ella?
En contraste con mi crianza, con ella ha sido muy cercana y directa, tanto que apenas sintió que sería actriz, me lo contó, y eso fue cuando tenía 5 años.

¿Y cómo llevaste a Mónica a lograr lo que ha hecho?
Pues de una la colocamos en la escuela de actuación, la única que había en Medellín. Mucho tiempo después, me encontré con un amigo de RCN y ella misma le preguntó que si podía hacer casting, al año, ya estaba en ‘Francisco el matemático’.


¿Ahí fue dónde comenzaste tu carrera como actriz?

Sí, fue muy curioso porque el personaje de Mónica se creció y necesitaban hacer una escena pequeña con la mamá del personaje y quién mejor que yo para hacerlo. Lo digo porque me la pasaba allá todos los días, con ellos, entonces, claro, eran evidentes el parecido y el acento.

¿Aceptaste sin tapujos?

¡Pues una de las motivaciones era que pagaran, porque ya estábamos más endeudadas! Y pues sí, lo hacían, mi hija me terminó de convencer y lo hice de una vez.

 

¿Fue fácil, así, sin preparación?
No, fue para olvidar (risas), me demoré muchísimo, todos los técnicos me tuvieron mucha paciencia. Todo el mundo pensó que ese personaje moría ahí. ¡Pero no! Para mi pesar, el personaje gustó y lo ampliaron, nunca creí que eso sucediera.

Pero ese fue el inicio de lo que ahora más disfrutas en la vida…
¡Claro! Terminó siendo un gran personaje, se acabó ‘Francisco el matemático’ y de una vez me llamaron a casting para otro proyecto, y desde ahí, no paro.

¿Hasta llegar a ‘La reina del flow’?
Sí, un personaje bellísimo, soy Carmenza Montoya, la abuela de la protagonista. ¿Sabes?, lo que más me ha gustado son las locaciones, grabamos en Manrique, el barrio donde viví cuando era niña.

¿Es verdad que estás profesionalizando tu carrera de actuación?
¡Sí! La Universidad de Antioquia le ha ayudado a los actores, con cierta experiencia, para obtener un título.

¿Y qué tal esa vida de universitaria?
¡Durísima! Muchas veces me digo, “ay, quién me mandó a meterme en esto”. Se me ha dificultado mucho porque no tengo el chip de la tecnología y todos los trabajos se envían por correo electrónico, además, aprender normas APA y un “poconón” de cosas que solo los universitarios entienden, sin embargo, a mitad del otro año, estaré tranquila porque, muy seguramente, me graduaré.

¿Es verdad que cuando uno es abuelo aprende a ser padre?
En mi caso, no creo, porque procuré tener una gran relación con mi hija, y apoyarla.

Y Pedro, tu nieto, ¿a quién se parece más?¡Es una fotocopia del papá! No se parece en nada a Mónica.

 

 

La ‘Maldita Vanidad’, es tu proyecto en teatro…
El Teatro es una parte muy especial para mí, me ha traído tantas satisfacciones que ha ocupado un lugar muy especial en mi vida y es una de mis prioridades. ‘Morir de amor’ es una obra, con 7 temporadas, con la que hemos dado la vuelta al mundo y ahora tenemos, ‘Nos hemos olvidado de todo’, que es uno de los motivos de orgullo más grande que tengo en este momento, y ya nos vamos para Brasil con ella.

 

Por 
Manuel Navarro