Recientemente, en redes sociales, circuló un video muy conmovedor sobre Ralph, un conejito que era víctima del testeo animal, por eso, en esta edición, queremos abrir un espacio para este tema. Es importante aclarar que este artículo es netamente informativo para nuestros lectores.

Existen empresas de comida para mascotas que llevan testeando con animales desde 1926, y con ello, inducen fallos renales a perros, gatos y a otros animales para después someterlos a una dieta baja en proteínas y, así, probar la eficacia de sus productos.

Pero en América Latina existe una prueba llamada SGS para validar la calidad de la comida de nuestras mascotas. En su proceso incluyen pruebas microbiológicas para demostrar que los alimentos se producen y se almacenan en un entorno seguro, también realizan ensayos de agua para detectar la presencia de E. coli en las granjas y efectúan pruebas de verificación de alérgenos entre otros, con lo que demuestran que es posible analizar la efectividad del producto sin el testeo animal.

Una gran cantidad de empresas de cosméticos se valen del testeo de animales para verificar la calidad de sus producto. Si necesitan testear un champú en animales, se les obliga a ingerirlo y se les introduce directamente a los ojos. Para testear las máscaras y sombras de ojos utilizan el mismo procedimiento: se introducen en los ojos del conejo hasta la ceguera total, e incluso, con bronceadores, se les aplica con la piel ya afeitada y se les expone a rayos ultravioleta.

 

¿Cómo podemos ayudar?
Lo primero es reconocer que los animales son parte de nuestro ecosistema y que debemos respetar su vida. Otra opción, y la más valida, es dejar de comprar productos de aquellas empresas que siguen actuando tercamente contra la vida de miles de animalitos. Si en dado caso va a comprar productos, verifique que tengan la etiqueta denominada cruelty free. En Colombia existen varias empresas que ofrecen productos cosméticos libres de crueldad y otros tantos emprendimientos que les ofrecen a sus mascotas los mejores productos sin que le hubieran hecho daño a otros peludos.

Por: Natalia Uribe