El artista nacido en Medellín es químico farmacéutico, sin embargo, el amor por la música lo llevó a triunfar con su guitarra.
Muchas veces se realiza una actividad o se ejerce una profesión sin estudiarla de manera profesional, como cuestión del ‘destino’, es un don con el que uno nace y sin importar en qué momento de la vida se practique, siempre va a salir bien. “Nunca estudié música de manera profesional, en el colegio pertenecí a la banda, tuve un profe de guitarra, aprendí a leer partituras, aprendí a tocar el clarinete y algunos instrumentos de percusión. Yo pensaba que era de los que cantaba bonito, pero se escuchaba feo, sólo me atrevía a cantar en la ducha y en el carro, no me gustaba que me escucharan. Cuando llegué a la universidad seguí de la mano con el tema musical, interpretaba el clarinete, escribía y soñaba con que algún día eso sonara en la radio, sin importar que un artista las interpretara, pero quería que llegara hasta allá”, contó Alejo.
Diferentes artistas logran triunfar como solistas, pocos lo logran, todo depende de cómo el púbico recibe la letra de las canciones, el mensaje que deje y el tono de su voz. Alejo, un joven nacido en Medellín, logra llegar fácilmente a sus seguidores gracias a su talento. “Un fin de semana estaba en un evento en Cali, yo era parte del público, era sábado y domingo. El conferencista contó algo que a mí me llegó, y es que una de las personas no había alcanzado a llegar por un accidente que sufrió; la noche del sábado llegué a mi casa confrontado, agarré mi guitarra y canté, tomé el valor y dije ‘mañana canto frente a toda la gente’. Al día siguiente madrugué mucho para asegurarme de ser el primero en estar allá, escondí la guitarra debajo de la mesa, por si me faltaban fuerzas. Cuando llegó el conferencista le pedí el favor de prestarme el micrófono en un break por 2 minutos, para eso le dije ‘Hay un niño que va a morir, y quiero que todos lo apoyemos porque tiene un gran sueño’. La mañana fue eterna, me la pasé orando, esperaba que se le olvidara, sin embargo, a las 11:50 am me hizo pasar a la tarima. Cerré los ojos, empecé a cantar y todo fue mágico. Al terminar la canción había mucha gente emocionada…”, narró con alegría.
Muchas veces se quiere forzar a hacer las cosas y que todo suceda cuando uno espera, sin embargo, hay que estar en el lugar y en el momento correcto para que pase algo que uno jamás pensó. “Se me acercó una chica, me pidió el número, y dos días después me entra una llamada de Willy García, cantante de Son de Cali. En ese momento yo era profesor, cuando me entró la llamada pensé que era uno de mis estudiantes, pero me comentó que su hija me escuchó cantar, me invitó a su estudio de grabación para escucharme. En el estudio de Willy estuvimos grabando, renuncié al trabajo, a la universidad, la gente pensó que estaba loco, porque aún no era nada fijo. Valió la pena renunciar, meterme de lleno a la música y arriesgar”.
Uno desde niño empieza a soñar con qué quiere ser cuando grande, algunos pensamos en ser futbolistas, otros ser bomberos, policías o médicos. Son pocos los pequeños que se imaginan siendo cantantes, quizá por no tener una voz idónea para desarrollar el papel de artista.
“Desde niño lo soñé, me creí que iba a ser cantante, le entregué a Dios lo que estaba haciendo, todo salió acorde a su voluntad y nada me podía parar. No sé cómo, pero la vida de alguna manera hace que todo se confabule para el bien”, finalizó.
Redacción:
Andrés Chaparro Acosta