eL PARCERO DEL POPULAR NÚMERO 8

Algo tienen los barrios populares, en especial los de Medellín. Quienes crecen en ellos guardan una esencia única, que por más cambios de ciudad, formación académica o sea lo que sea que deseen cambiar, hace que el barrio siempre se les note. El ser de una comuna marca el andar, el hablar, el actuar; determina la toma de decisiones y la visión del mundo, la perspectiva del mundo.

Y si existe alguien que tiene marcado el barrio, es Róbinson Posada, docente, cuentero, teatrero, escritor… En conclusión, un artista. Tal vez su nombre ahora puede parecerle desconocido, pero si explicamos que es el encargado de darle vida al personaje ‘El parcero del Popular número 8’, su memoria traerá a colación a ese tipo de gorra con una cruz en la parte delantera, al de los cientos de escapularios colgados y el hablado de esquina, al del parlache.

No obstante, esta vez no conversamos con el ‘Parcero’, hablamos fue con Róbinson, el hombre que heredó la vena artística de su padre, que creció en el barrio Manrique y que, a sus 37 años, sigue apostando por lo cultural y por lo social.

¿Cuándo fue su primera vez en un escenario?

Según me contaron mi mamá y mi papá, fue de bebé, no había más niños en Manrique y a mí me pusieron de Niño Dios. Después, ya en mi etapa escolar, participé en todos los actos cívicos que hacían, bien fuera actuando, echando cuentos o cantando.

Su papá jugó un papel fundamental en su formación como artista, ¿cómo fue ese proceso?

Yo vengo del barrio Manrique y crecí en una época dura, con todo el tema del narcotráfico, Pablo Escobar y demás. A mi papá siempre le gustó trabajar con la comunidad, tenía su grupo de teatro, de baile y todos los días, después de terminar su jornada laboral, se reunía con todos los muchachos del barrio y ahí estaba yo con él. Gracias a esos grupos, muchos salvaron literalmente su vida, entre esos yo, pues de esa época quedamos muy pocos, solo aquellos a los que el teatro nos salvó.

De ahí esas ganas de trabajar la comunidad…

Claro, eso me permitió conocer la calle, conocer los problemas de los barrios y me despertó el sentido social. Ahora yo tengo mis grupos teatrales, mis grupos artísticos y seguimos en esa misión; invitamos al pelado de x o y combo, que se acerque por voluntad propia, que mire y que se antoje.

Luego de un tiempo, le decimos que nos muestre su magia, ¿cuál magia? Ese talento, que baile, que actúe, que escriba.

A través de ese trabajo y la experiencia, hemos visto que todo aquel que se acerca al arte y que después vuelve a empuñar un arma, se siente distinto, no ve la vida de la misma manera y generalmente vuelve al arte.

¿Cómo ha sido apostar por la cultura en una ciudad como Medellín?                 

No es fácil y no solo pasa aquí, sucede en toda Colombia y toda Latinoamérica. Frente a eso hay dos miradas, está el artista reconocido que aparece en la televisión y al que lo han madurado como a los aguacates, es decir, a punta de prensa, pero bueno, está ahí; también está el otro, el que salió de una universidad, el que se ha esforzado, pero que lastimosamente no tiene visibilización.

Entonces el primero llega y dice que un show vale 30 millones de pesos y no hay lío, sin embargo, llega el segundo y cobra tres por un espectáculo de una hora, y ahí salen las excusas: es que no tenemos, es que ayúdenos y cosas así por el estilo.

Es ahí donde el artista debe repensarse y entender que su trabajo debe manejarlo como una empresa, por eso muchos decidimos sentarnos y reinventarnos.

¿Qué significa ‘El parcero del Popular número 8’ para Róbinson?

Yo tengo cuatro personajes y el ‘Parcero’ ha sido el caballo de Troya, el que más ha gustado y el que más buscan; no solo para espectáculos, sino también para procesos de resocialización, entrega de armas, charlas pedagógicas, ¿por qué?, porque es alguien que en determinado momento fue sicario, sabe cómo es la parada en la esquina y lo más importante, tiene credibilidad por su misma experiencia de vida.

¿Por qué Popular número 8?

Por dos razones, la primera es que el Popular número 8 es como mi Macondo, un lugar donde cabemos todos, pero a la vez, no cabe nadie. Lo que yo quería mostrar es que si en el Popular 1 y 2 hay necesidades y problemáticas, imagínate cómo las hay en el 8, y la segunda, es por el número 8, que es un número de fuerza.

Hay tres artistas que son muy importantes para el mundo del teatro, por los menos a nivel antioqueño, que son ‘Jota’ Villaza, Cristina y Carlos Mario Aguirre, ¿qué opinión le merecen?

‘Jota’ Villaza es un maestro, incluso ‘El parcero del Popular número 8’, nace en su Casa Vivapalabra. A Cristina y a Carlos Mario hay mucho que aprenderles, no solo desde lo artístico, sino desde lo empresarial, pues marcaron el rumbo de lo que se debe hacer con el teatro.

¿Cuál ha sido el papel de su familia en su vida artística?

Frente al asunto artístico, la pareja es fundamental que te entienda y que te respete. Hubo una vez que me quedé mirando una luz toda la noche y una tía creyó que estaba loco. Entonces es muy importante que tu familia te apoye y te crea, gran parte del surgir del artista no solo se debe a su talento, se debe al respaldo de sus seres queridos.

¿En algún momento pensó abandonar lo artístico y buscar empleo en alguna empresa?

Vea la paradoja… Cuando terminé el colegio le dije a mi papá que me quería dedicar a esto y me dijo que no, que estudiará otra cosa. Empecé con medicina y muy bueno y todo, pero no, luego ciencias políticas, igual, muy chévere, pero eso no es para mí, así que me decidí por la vida artística y ya cuando el viejo me ve, a veces, por televisión, saca pecho y se siente orgulloso.

Ha habido momentos en los que no llaman, los shows no pegan, pero gracias a Dios yo he tenido la convicción de lo que soy y de cómo es la vida del artista; además, a mis 37 años, ¿qué más voy a hacer yo? ¡Nada! Hay que seguir en esto, estudiando, reinventándose.

¿Cómo calificaría o definiría el humor que maneja en su puesta en escena?

Está claro que a través de las historias de barrio se pueden caricaturizar muchas situaciones, sin embargo, a mí me gusta que la gente se lleve algo de mis obras, algo que los haga reflexionar, que los haga pensar sobre la realidad que están viviendo, por ejemplo:

  • Buenos días, mi señora, ¿escuchó los tiros de anoche?
  • Buenos días, sí, solo fueron cuatro muertos, menos mal no pasó nada…

Quizás eso en el momento cause mucha gracia, pero cuando pensás en ello, debes reflexionar un poco la cosa.

Usted tuvo la oportunidad de estudiar en Cuba, ¿qué tal esa experiencia?

Aprendí mucho. Cuba es muy bacana, es un parche, pero ese país tiene dos realidades: la Cuba para los turistas y la Cuba de verdad; en la de verdad hay muchas necesidades, no hay alimentos, no hay medicamentos… ¡Ah, que todo el mundo tiene derecho a la educación!, sí, eso es cierto, pero, ¿quién estudia con hambre?

¿Qué trae el 2018 para Róbinson Posada y sus personajes?

Este año vamos a trabajar en dos proyectos audiovisuales y a seguir fortaleciendo el canal de YouTube y las redes sociales. Vamos a estar grabando unos programas con RCN. Vamos a estar en varios departamentos salvando pelados y a tratar de aportar para bajar los índices de consumo de estupefacientes.

Redactado por: Duver Alexander Pérez – @duveralexperez